Llevo dos días desmontando la Navidad. La otra noche, nada
más pasar los Reyes Magos, me hicieron desinflar, yo solito, el globo de la
ilusión. Me dijeron que lo metiera, convenientemente plegado, en la caja fuerte
hasta el año que viene, que ya lo sacarían a mediados de octubre. Luego me
pusieron a doblar las buenas intenciones y me dijeron que las pusiera junto con
los mensajes de amor, en el mismo cajón donde ya estaban guardadas las
felicitaciones. Recoger todas las sonrisas infantiles y meterlas en una gran
tartera me llevó bastante tiempo, casi el mismo que tardé en recopilar y
clasificar, para después almacenar en un gran armario, todos los sueños. Ahora,
con toda la Navidad bien recogidita ya, me han puesto a desembalar la ansiedad,
a colgar las prisas y a pegar por las paredes miles de carteles impresos con la
palabra REBAJAS.
jueves, 10 de enero de 2013
sábado, 5 de enero de 2013
Leyenda Mundana nº 14. Sustituto Real
Son días de mucho trajín los que nos acontecen; a mí me han pillado de lleno y acabo de llegar a casa procedente del mismísimo infierno. ¡Qué contradicción! Vengo del infierno de hacer las compras de Navidad. Hay un mensaje en el contestador, son los de la oficina de empleo, me veo trabajando todas las navidades en el stand de Colonias Ortiz dando a oler las exuberantes y frescas fragancias de su catálogo navideño. Que no, que no es para vender colonias, que es de una empresa de trabajo temporal, que me presente allí el lunes a primera hora y con chándal. Allí estaba yo, a las 8 de la mañana, en chándal y con una temperatura de 5º ; a las 9 apareció la de la agencia, “uy, perdona, ¿llevas mucho esperando?, es que cuando venía para acá me he dicho “¿por qué no me tomo un cafelito, con el frío que hace?”. Tres horas y media después había terminado todos los tests psicotécnicos; después me llevaron a un gimnasio y me hicieron pruebas de bíceps, tríceps, ... hasta que llegaron a los octíceps, ahí me planté. “¡Enhorabuena!, has sido seleccionado”. Firmé el contrato, solo sería un día de trabajo, y, tal y como me indicaron, allí estaba yo el día 5 de enero, a las 2 de la tarde; después de tres horas probándome el disfraz de Baltasar y pintándome la cara de negro, me metieron en un compartimento secreto, con cama y todo, bajo la carroza del Rey. Por una pequeña ventana pude ver como el famoso empresario Pepe Carbonero vestido de Baltasar subía a la carroza. La cabalgata empezó, a los pocos minutos oí golpes insistentes en el techo del compartimento; tan rápido como abrí la escotilla, el verdadero Baltasar tiró de mí hacia arriba y se dejó caer de lleno en la gustosa cama, “hasta mañana muchacho, yo ya he terminado mi trabajo. No te olvides de sonreír”.
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