sábado, 24 de agosto de 2013

Taconing

La cola era interminable y yo, la verdad, no me podía creer lo que estaba viendo. Cientos de mujeres esperaban pacientemente para adquirir el último modelo de zapatos de tacón que había sacado al mercado Giuseppe Carbonieri, el mejor diseñador de calzado del mundo. Por lo visto, hasta la fecha y sin contar el discreto calzado de batalla de las drag queens, estos nuevos zapatos de señora traían de serie la primera plataforma, de veinticinco centímetros de alta, homologada por la federación internacional de alpinismo y la nacional de taconing. ¿Qué mujer que se precie podría dejar pasar una oportunidad como ésta? La respuesta estaba allí, delante de mi. Alrededor de mil doscientas mujeres (entre jóvenes, mayores, más mayores y muchísimo más mayores) aguardaban su turno pacientemente, y visiblemente nervisiosas, para poder disfrutar al fin de lo que la tele les había vendido hacía ya meses. Más de una, sin poder esperar a llegar a casa y una vez comprado su maravilloso par de Carbonieris, se los plantaban allí mismo, justo al lado de la caja, y deshacían el camino hacía la calle, con el bolso en una mano y en la otra una bolsa con los zapatos usados, abriéndose paso entre las que, aún sin su deseo, las miraban envidiosas desde las bajuras. Curioso, y de camino interesado, me acerqué a preguntarle a uno de los dependientes de la sección si tenían algún modelo para caballero que estuviera a la altura, nunca mejor dicho, de aquellos inalcanzables taconazos. Amablente me indicó el camino hacia la planta de deportes y me informó de que, con un poco de suerte y unos ciento cincuenta euros, podría hacerme con la oferta del mes, unos zancos de fibra de carbono que me han hecho el hombre más feliz de la Tierra y de parte del universo.

1 comentario:

José Luis Castro Lombilla dijo...

¡Fetichista!
Magnífica parodia, por otra parte.
Besos y abrazos (a los Carbonieris, claro).